martes, 9 de noviembre de 2010

el hombre alambre

en la foto se ve al hombre alambre al borde del colapso, ha encontrado una bolsa aislada de eter desde donde contemplar horrorizado el escenario de su previsible final.

a través del cristal sus ojos escrutan un mundo inaudito poblado por criaturas deformadas por la curvatura del vidrio y deformes y monstruosas en su desmesura.

piensa en los meses transcurridos abrazando con firmeza el gaznate de la verde y adorada botella.

apurando las últimas bocanadas del embriagador elixir que nunca tuvo tan cerca, añora la voluptuosidad del tapón de corcho envuelto por el paño metálico, frío en su textura, cálido en su forma, y amado por haber sido compañero invisible en el objetivo de preservar hasta la última burbuja del dióxido que oscuros procesos químicos han producido, al tiempo que llenaban su memoria de paz de rumores placentarios.

recuerda los hechos con nítida precisión: tras meses de paz, la luz cegadora, el calor pegajoso de la piel, el movimiento, la agitación, un golpe seco, un instante de quietud, luego un par de manos como salvajes pulpos que se afanan con movimientos torpes y devastadores en desasirlo del cuello de la botella, en deshacer su abrazo natural para apenas liberada la presión sobre la vitrea criatura todo el poder acumulado en meses de lenta e incansable fermentación es liberado con una explosión terrible que le arroja hasta el límite del espacio visible para caer después, solo, lejos de su razón de ser, desasido, desmadejado, exangüe.

a partir de aquí la nada.
un espacio vacio en la memoria.
apenas la noción de voces y griterío mientras sus hermosos, negros y rizados miembros son manipulados con torpeza.
y después, el volver a la conciencia dentro de una copa con la certeza de un final inminente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario