jueves, 9 de diciembre de 2010

A y B (2)

A caminaba medio metro por delante de B por el pasillo del metro. A percibía el perfume de B. Un violín sonaba al fondo del pasillo. Los dedos del violinista recorrían el exiguo diapasón arrancando al instrumento notas de una inusual escala menor con las que el perfume de B armonizaba mágicamente. De repente A sufrió una extraña crisis debida a una variación en el nivel de ciertas hormonas. Se sintió mareada y solo alcanzó a sentarse en el suelo para evitar caerse tras dar un par de traspiés. B caminaba medio metro por detrás de B. Al ver lo que le había pasado a la mujer se agachó y le preguntó si se encontraba bien. A le miró aturdida y fue incapaz de contestar. Se echó una mano a la boca pero no pudo evitar el vómito que salió despedido con fuerza hacia él. Con la ayuda de otro transeunte y de una par de guardias de seguridad B la llevó a un dispensario que había en la estación de metro, cerca de las taquillas. Mientras una auxiliar atendía a A B se quitó la chaqueta y la limpió como pudo con papel. Unos minutos después A se encontró mejor y se acordó de aquel señor que olía tan bien al que había puesto la chaqueta perdida. Dió su número de teléfono al auxiliar y le pidió que se lo pasara al señor para poder quedar un día para llevar la chaqueta al tinte. B guardó el número de A en la memoria del móvil mientras ésta se abrochaba la blusa.

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