miércoles, 8 de diciembre de 2010

A y B

A recibía a menudo la visita de su niñez. Se encontraba con los seres que poblaron aquel tiempo lejano y estos le contaban historias. A volvía a paladear los sabores y los olores de las atmósferas de las casas de techos altísimos y visillos blancos donde habían transcurrido aquellos días. Para A la realidad era el incómodo tedio que habitaba el territorio entre los recuerdos de su niñez.
B rara vez de refería a su infancia. Con los años aquella parcela de su pasado se iba difuminando hasta quedar reducida a un esqueleto de fechas y hechos puntuales con los que explicar ciertas cicatrices, estudios y viajes. Encadenaba los días con actitud indiferente. B no había perdido nada.
A se encontró con B. Al ponerse a su lado A percibió el perfume dulzón y denso de su padre y sus anchas manos volvieron a acariciarla. Ciertas hormonas hicieron el resto. B guardó el número de A en la memoria del móvil mientras ésta se abrochaba la blusa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario